Frases de Persuasión de Jane Austen

Hacer lo mejor para uno mismo.

No somos un par de chiquillos para guardar una irritada reserva…O jugar como con un fantasma con nuestra propia felicidad.

Si nuestro afecto es recíproco, nuestros corazones se entenderán.

Rara vez se encuentra un defecto personal (…) que la simpatía no nos haga olvidar poco a poco.

Requirió largas horas de soledad y reflexión para recobrar la compostura.

Cuando el dolor ha pasado, muchas veces su recuerdo produce placer. Uno no ama menos un lugar por haber sufrido en él, a menos que todo allí no fuera más que sufrimiento, puro sufrimiento.


Sumérgete en las mejores frases de Persuasión, la última novela de Jane Austen, que nos invita a reflexionar sobre el poder del amor verdadero y las segundas oportunidades. A través de Anne Elliot, una heroína marcada por el arrepentimiento y la sabiduría adquirida con los años, Austen ofrece una crítica perspicaz a las normas sociales y un retrato conmovedor de la lucha por la felicidad. Descubre citas inolvidables que capturan la esencia de esta obra maestra de la literatura romántica.


Vivimos en casa, quietas, retraídas, y nuestros sentimientos nos avasallan.

Una señora sin hijos era la mejor garantía imaginable para la conservación de los muebles.

El don de la belleza para él sólo era inferior al don de un título de nobleza, por lo que se tenía a sí mismo como objeto de sus más calurosos respeto y devoción.

El peor mal de un carácter indeciso y débil es que jamás se puede contar con él enteramente.

¡Qué pronto surgen razones para aprobar lo que nos gusta!

Una palabra, una mirada me bastarán para comprender si debo ir a casa de su padre esta noche o nunca.

¡Tan infrecuente es la verdadera amistad en el mundo! ¡Hay tantos que olvidan pensar con seriedad hasta que es demasiado tarde…!

Su estado de ánimo requería de la soledad y del silencio que pueden hallarse en un grupo numeroso de personas.


En Persuasión, Jane Austen presenta a Anne Elliot, una mujer madura que años atrás rechazó a su gran amor, el capitán Frederick Wentworth, por presiones familiares. Ocho años después, sus caminos se cruzan nuevamente, desatando emociones, arrepentimientos y oportunidades perdidas. Una historia profunda sobre el valor de la resiliencia, el autodescubrimiento y las segundas oportunidades en el amor.


He estado pensando acerca del pasado, y tratando imparcialmente de juzgar lo bueno y lo malo en lo que a mí concierne. Y he llegado a la conclusión de que hice bien, pese a lo que sufrí por ello.

Tal vez fue uno de esos casos en que se sabe si un consejo fue bueno o malo sólo cuando el evento ocurre.

No había habido dos corazones tan abiertos, dos gustos tan similares, más comunidad de sentimientos, ni figuras más recíprocamente amadas.

El único privilegio que reclamo para mi sexo (…) es que nuestro amor es más grande; cuando la existencia o la esperanza han desaparecido.

Su fría cortesía, su ceremoniosa gracia, eran peores que cualquier otra cosa.

Son el egoísmo y la impaciencia más que la generosidad y la fortaleza los que se ven allí.

Los hombres tienen toda la ventaja sobre nosotras por ser ellos quienes cuentan la historia. Su educación ha sido mucho más completa; la pluma ha estado en sus manos. No permitiré que los libros me prueben nada.

Ahora eran dos extraños. No; peor que extraños, porque jamás podrían llegar a conocerse. Era un exilio perpetuo.

Y aunque no fue demasiado feliz en este mundo, encontró en el cumplimiento de sus deberes, en sus amigos y en sus hijos motivos suficientes para amar la vida y para no abandonarla con indiferencia cuando le llegó la hora.


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Unas pocas molestias las primeras veinticuatro horas de hacerse a la mar es todo lo que he sentido, pero jamás he estado mareada después.

Llegaron a las arenas y contemplaron el ir y venir de las olas, a las que la brisa del sudeste hacia lucir con toda la belleza que permitía una playa tan extensa. Alabaron la mañana, se regocijaron con el mar, gozaron de la fresca brisa y guardaron silencio…

Las proporciones corporales y el pesar no deben guardar necesariamente relación. El cuerpo macizo tiene tanto derecho a estar profundamente afligido como el más gracioso conjunto de miembros finos. Pero, justo o no, hay cosas irreconciliables que la razón tratará de justificar en vano, porque el gusto no las tolera y porque el ridículo las acoge.

Si usted conociera, comprendería que no hago esto por falta de galantería. Es por saber cuán imposible es, pese a todos los esfuerzos y sacrificios que puedan hacerse, proporcionar a las mujeres todas las comodidades que merecen.

No tenía más sombra en su dicha que la que provenía de la sensación de que no había en su familia una persona con méritos suficientes para ser presentada a un hombre de buen sentido. Allí sintió poderosamente su inferioridad.

Su profesión le permite conocer la naturaleza humana, y tiene una base de buen sentido y don de observación que la hacen como compañía infinitamente superior a la de muchas gentes que han recibido «la mejor educación del mundo», pero que no sabe en realidad nada.

El corazón de todos se abre tras haber escapado de grandes dolores y adquirido nuevamente la bendición de la salud.


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